miércoles, 8 de julio de 2009

Fumando espero

Me encontré algunos textos que escribí para mi servicio social en el Canal 22, se publicaron originalmente en la revista digital, en ese entonces del canal, Sextante.
El primero sobre el tabaquismo:

Hace unos 60 años el acto de fumar se consideraba no sólo un medio rápido y relativamente barato de relajarse, si no también un símbolo inequívoco de status social, inteligencia e inclusive sensualidad de quien lo practicaba.

Desde el distintivo y eterno puro de Groucho Marx, hasta el cigarrillo que acompañó a Humphrey Bogart toda la vida dentro y fuera de la gran pantalla, el cigarro es y ha sido desde su descubrimiento, un objeto de deseo supuestamente capaz de pactar la paz entre pueblos o de aclarar la mente de grandes genios militares.

No obstante, desde hace al menos dos décadas, la verdad científica sobre las consecuencias del consumo prolongado del cigarro han salido a la luz, dando pie a millonarias demandas contra las grandes empresas tabacaleras, las cuales han sido obligadas a, entre otras acciones, imprimir en sus cajetillas grandes avisos sobre los mortales peligros latentes en su producto.

Sin embargo, el consumo del tabaco sigue siendo una industria multimillonaria con un público cautivo de hasta un tercio de la población masculina mundial1 que no importando los estudios, las estadísticas y la enorme cantidad de información disponible, persiste en un vicio basado en la ingestión de nicotina, una droga alcaloide encontrada en gran cantidad en las hojas del tabaco que es casi tan adictiva como la cocaína o el crack2.

Más allá de los datos científicos, las evidentes pérdidas, la legislación y la condena social, ¿cuáles son las razones por las que cada año la industria tabacalera genera ingresos millonarios y suma nuevos fumadores, que sustituyen a los que mueren por afecciones relacionadas al consumo de su producto?
Queremos entender algunas de las razones del fumador en la voz de sus consumidores.

En contra del sistema.
Rodrigo tiene 54 años; desde hace 38 fuma. Hasta hace unos cinco su límite eran dos cajetillas diarias, aproximadamente 70,000 “golpes” anuales de nicotina; últimamente fuma “menos”: 20 cigarros al día.

Bob Dylan y Johnny Cash estaban entre los músicos que admiraba y Sartre y Camus entre los autores que devoraba en 1969, año en que comenzó a fumar. Todos sus ídolos compartían “algo”, que iba más allá del sentimiento de profundo desencanto que permeaba sus canciones o literaturas; esto era un delgado cilindro relleno de tabaco que humeaba copiosamente al consumirse entre sus dedos y que hundía sus rostros en una atmósfera misteriosa que daba paso a las incógnitas que develaban en sus creaciones; el cigarro era casi insignia de aquel que pretendiera intelectualidad.

La forma de tomar el cigarro, la selección del tabaco, la técnica al enrollar el papel, cada pequeño paso hasta el primer golpe de la mañana, se convertían en pequeñas liturgias en los círculos universitarios que el joven Rodrigo frecuentaba tímidamente en aquel año final de una década enigmática.

Al recordarlo agrega: “personalmente creo que empecé por imitación. Al principio no me gustaba pero la repetición y el formar parte de una comunidad, un grupo, los amigos, te movía. Cuando reaccionas y quieres apartarte, ya es demasiado tarde y estás dentro, consumiendo, lo que finalmente era lo que el sistema estaba interesado en que hicieras desde un principio.”

La intervención del “sistema” como una entidad omnipresente, personificada en la entonces lejana fantasía orwelliana de un pasivo pero apabullante Big Brother, era cuestionada por los conflictos político-estudiantiles de finales de los años 60, aunada a un deseo de rebelión no sólo ideológica sino física y estética. El ejemplo perfecto de sociedad era, para Rodrigo, el modelo socialista implantado hacía diez años por el revolucionario y empedernido fumador Fidel Castro, quien después de una larga lucha revolucionaria logró derrocar al dictador Fulgencio Batista.

La referencias culturales de Rodrigo venían de la política, la historia, el cine, la música y todo elemento del universo cultural que estaba a su alcance; “en aquellos años el fumar era aceptado, en las familias se fumaba, en los hospitales se fumaba, en los cines se fumaba; (…) de alguna manera sí se sabía que era dañino a la salud, pero no se hablaba de ello, sólo ve las películas, imagínate un Clint Eastwood sin fumar, era inconcebible.”

La iniciación que representaba el comenzar a fumar en los círculos sociales, ya fueran estudiantiles o no, de los años 60 y 70, no cambió con el paso de los años. A pesar de que en la actualidad se conocen de primera mano las paralizantes y finalmente mortales consecuencias que para fumadores, activos y pasivos, representa el consumo de los más de 3000 químicos contenidos en un cigarro, los jóvenes del siglo XXI continúan adoptando este longevo vicio por razones muy similares a las de varias generaciones previas.

Al cliente lo que pida.
Se adoptan muchas posturas hacia la publicidad del tabaco. Desde los activistas radicales que advierten los efectos de ésta en los segmentos a los que se dirige, hasta los que, como el filósofo francés Gilles Lipovetsky, fríamente concluyen que “la publicidad no engaña a las personas; saben que (…) no dice la verdad, así que no podemos pretender que (…) manipule a la gente. Si los consumidores no desean un producto, la publicidad no los hará cambiar de opinión. Los individuos no se encuentran indefensos, solo mira el éxito que las asociaciones de protección al consumidor han tenido.”3

Es cierto, la información sobre los daños que provoca el tabaco y los miles de agentes cancerígenos con que es adicionado están al alcance de un clic. Pretendemos que cualquiera puede saber que una de cada 10 muertes en el mundo está relacionada al consumo del tabaco y que si la tendencia actual continúa, para el 2030, una de cada seis muertes será por complicaciones relacionadas a su uso, al fin que todos los datos son un resultado común de Google, si se consulta.

Pero es difícil descartar a la publicidad como un agente cardinal en la diseminación de un símbolo como éste y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, es en los países en desarrollo en donde las grandes tabacaleras tienen sus mercados más grandes, en los que gran parte de la población permanece ajena a la acumulación de conocimiento científico que se ha logrado en relación al cigarro y carentes de legislación al respecto. Es ahí donde la publicidad de las cigarreras prolifera sin control en todos los medios posibles.

Solo en Camboya se estima que en el año 2000, la mitad de la publicidad en las calles era sobre tabaco, misma que entre 1994 y 1997 creció en un 400%.4

Incluso cuando la legislación prohíbe ésta publicidad, las compañías tabacaleras encuentran un camino para acercarse a la juventud, como prestadores de servicios atractivos para la población; este es el caso en Malasia, donde se pueden encontrar restaurantes Benson and Hedges, una línea de Accesorios Dunhill, diseños de ropa Marlboro, Tours turísticos Kent Horizon e incluso la empresa de conciertos Salem Cool Planet.


Integrado y globalizado.
A los nueve dio su primera bocanada. Le disgustó el sabor pero no dejaba de fantasear, mientras juntaba en el aire sus dedos índice y mayor, pretendiendo sostener un cigarro, sobre lo divertido que sería salir con sus amigas y fumar “como los grandes.” Sin duda una imagen ingenua, pero es este tipo de pensamiento y deseo de imitar y pertenecer que lleva a millones de adolescentes a un vicio que, según las estadísticas, se quedará con ellos de 15 a 20 años.

Mónica es universitaria, no es parte de ninguna minoría, no vive en una zona marginada, viaja constantemente y desde que estuvo disponible en México, cuenta con una computadora con acceso a Internet. ¿Por qué, a pesar de los riesgos, los datos y los regaños, decidió continuar fumando?

“No me importaba al principio, no era como que pensara ‘voy a fumar toda la vida’ sino ‘voy a fumar con mis amigos cuando vaya al antro’. Al principio no fumaba cuando estaba sola, pero luego como que lo vas necesitando, te da calor cuando tienes frío, te puedes concentrar cuando te tienes que desvelar… no sé. Se me hacía natural y no pensaba en que fuera dañino; sí, sé que lo es pero… lo bloqueas, porque sabes que no lo quieres dejar.”

De su grupo de amigos, pocos continúan fumando, ella no lo ha podido ni querido dejar a pesar del notorio cambio en su voz, a lo que responde que “las voces roncas son más sexy.”

No es una sorpresa que Mónica coleccione anuncios de Camel. Comenzó en 1997, con la campaña que lideraba el tristemente célebre Joe Camel, cuyo rostro humanizado y ambientado en conciertos, o rodeado de chicas, adornaba las páginas de diversas publicaciones estadounidenses. Esta estrategia publicitaria desató la furia de las organizaciones anti-tabaco que pelearon por restringir un tipo de publicidad que a todas voces era dirigida a la juventud. Las tabacaleras prometieron no volver a hacerlo, pero las cifras que muestran el aumento en el consumo no parecen disminuir, especialmente entre las minorías.

En años recientes, en México se ha legislado para eliminar de la televisión los anuncios de tabacaleras o incluso la aparición de personajes fumando, en series o telenovelas. Se ha intentado hacer algo similar en el cine.

Pero el hecho es que la tradición perdura y prueba de ello es que las muertes por consumo de cigarro no disminuyen. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, se considera, que el tabaquismo ha alcanzado un status de epidemia global sin signos de ser abatida.5 En 2003 se estimaban 13,500 muertes diarias en todo el mundo relacionadas con el consumo del tabaco.

Ser o parecer.
Culpar exclusivamente a la publicidad por un problema tan complejo como el tabaquismo sería un error, como lo es tratar de encontrar las soluciones más obvias e inmediatas para aun problema de salud pública que le cuesta a los gobiernos del mundo varios cientos de millones de dólares en pérdidas de productividad y gastos de salud, por enfermedades y muertes relacionadas a este producto.

Ya sea por pertenecer, por no sufrir, por sentirse identificado, por placer, por recordar o por imitar a un dudoso modelo encarnado en Joe Camel, el fumar es una practica cuyas consecuencias van más allá de la salud de quien lo efectúa. Solo basta pensar, en el marco de la nueva histeria ambientalista, en los contaminantes que producen 1,300 millones de fumadores6 consumiendo miles de cigarrillos en el curso de su adicción.

No hay duda de que es difícil deshacerse del cigarro. Por eso existen miles de grupos que proclaman tener la receta mágica para “dejar de fumar sin dolor”, “dejar de fumar sin engordar”, o “dejar de fumar en un día.” Pero más que encontrar la cura perfecta, debemos tratar de entender por qué fumamos y valorar nuestra salud, la de aquellos que nos rodean, e incluso la del planeta, con el placer efímero, altamente adictivo, costoso y ciertamente mortal que un pequeño cóctel de químicos de apariencia inofensiva puede darnos.

Si quieres dejar de fumar existen muchas organizaciones civiles y gubernamentales que pueden guiarte. Aquí un par:

El contenido de este sitio esta disponible en inglés y español, al seguir el programa y responder algunas preguntas ayudarás a una investigación en progreso sobre el proceso de dejar de fumar:

HYPERLINK "http://www.stopsmoking.ucsf.edu" www.stopsmoking.ucsf.edu

Sitio español con toda la información que necesitas para decidirte a dejar de fumar y mantenerte así en el futuro:

HYPERLINK "http://dejar-de-fumar.org.es/" http://dejar-de-fumar.org.es/



Fuentes:

1. World Health Organization Regional Office for the Western Pacific. (28 de mayo 2002). Smoking Statistics. Obtenido el
14 de agosto 2007 en HYPERLINK "http://www.wpro.who.int/media_centre/" www.wpro.who.int/media_centre/
fact_sheets/fs_20020528.htm

2. Journal of Chemical Research in Toxicology (28 de julio 2003) 'Crack' nicotine in cigarettes varies widely Obtenido el 16 de agosto 2007 en HYPERLINK "http://www.newscientist.com/" www.newscientist.com/article.ns?id=dn3990

3.Lipovetsky, Gilles. (6 de agosto 2006). Entrevista a Gilles Lipovetsky. Revista Page, Francia. Transcripción disponible en HYPERLINK "http://organic-frog.blogspot.com/2006/08/gilles-lipovetsky.html" http://organic-frog.blogspot.com/2006/08/gilles-lipovetsky.html

4. World Health Organization Regional Office for the Western Pacific. (28 de mayo 2002). Smoking Statistics. Obtenido el
14 de agosto 2007 en HYPERLINK "http://www.wpro.who.int/media_centre/" www.wpro.who.int/media_centre/
fact_sheets/fs_20020528.htm

5. American Heart Association (sin fecha) Tobacco Industry's Targeting of Youth, Minorities and Women. Obtenido el 17 de agosto 2007 en HYPERLINK "http://www.americanheart.org/presenter" http://www.americanheart.org/presenter.jhtml?identifier=11226

6. Secretary General's Report to the Economic and Social Council (ECOSOC) on the activities of the United Nations Ad-Hoc Interagency Task Force on Tobacco Control, (2002). Obtenido el 17 de agosto en HYPERLINK "http://www.un.org/esa/coordination/ecosoc/" http://www.un.org/esa/coordination/ecosoc/
SG_UNTF_ECOSOC.pdf

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